Cuando el plato se convierte en lienzo
Durante décadas, el arte del emplatado fue patrimonio de los restaurantes de alta cocina, especialmente de la escuela francesa. Allí, cada plato era una composición pensada para cautivar la vista antes incluso de llegar al paladar. Esa tradición, que durante años vivió en cocinas de élite, hoy se ha extendido y democratizado: gracias a las redes sociales, los contenidos gastronómicos y la creciente sensibilidad estética de quienes cocinan, emplatar bonito se ha convertido en un lenguaje universal.
Y con ello, ha surgido un nuevo protagonismo para las vajillas: ya no se trata solo de servir, sino de presentar; no solo de poner la mesa, sino de crear una escena.

El plato como lienzo
En ese contexto, los platos planos, amplios y de tonos neutros —como los de stoneware o porcelana mate— han ganado un lugar especial. Son platos que permiten que la comida hable por sí misma, que actúan como un lienzo sobre el cual el chef o el cocinero casero pueden componer con libertad.
El stoneware, con su textura natural y su acabado artesanal, ofrece justo eso: un fondo sobrio, elegante y táctil que realza los colores y las formas del emplatado sin competir con ellos. Sus tonos tierra, grises, blancos rotos o negros profundos no distraen; acompañan.
Es una estética que prioriza la naturalidad y la armonía: que entiende que a veces el plato no tiene que ser protagonista, sino escenario.

Sin embargo, la diversidad sigue viva
Eso no significa que los platos decorados, coloridos o con diseño hayan perdido su espacio. Todo lo contrario. Siguen siendo una elección maravillosa, especialmente en hogares donde se busca una mesa más expresiva, cálida o con carácter. Los motivos florales, los prints geométricos, los contrastes de color o los diseños clásicos siguen aportando alegría, estilo y personalidad a cada comida.
Cada tipo de plato cumple un papel distinto: los decorados y con diseño crean mesas vibrantes, llenas de energía; los de stoneware o colores neutros, en cambio, invitan a un ambiente más sereno, sofisticado, donde la atención se centra en el emplatado y la textura de la comida.
No se trata de una moda que sustituye a otra, sino de una expansión de posibilidades estéticas. Hoy tenemos más opciones que nunca para crear diferentes experiencias en la mesa, según el momento, el estilo o la intención.
El auge del emplatado
La razón de fondo de este auge está en cómo ha cambiado nuestra relación con la comida. Cocinar y servir ya no son actos separados: ahora el momento del emplatado es parte del proceso creativo. Y con ello, la vajilla se convierte en una herramienta expresiva.
Cada vez más restaurantes —y también más hogares— buscan platos que permitan que la comida se luzca, que acompañen el color y la textura sin opacarlos. Y ahí es donde el stoneware, con su equilibrio entre belleza, resistencia y naturalidad, se ha vuelto un gran aliado.
Pero incluso en esas mesas donde los colores y los estampados dominan, la intención es la misma: crear belleza a través de la comida.

El arte de elegir el plato adecuado
En realidad, no hay un solo tipo de plato “ideal”. Hay platos para cada estilo, para cada propósito, para cada historia que se quiere contar. En nuestra colección, eso se refleja en la variedad: desde piezas decoradas, llenas de vida, hasta platos planos y sobrios pensados para realzar un emplatado más minimalista.
Porque al final, tanto un plato de diseño como uno de stoneware comparten un mismo objetivo: hacer de cada comida una experiencia visual y sensorial. Lo importante no es el tipo de plato, sino lo que se quiere transmitir con él.
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